Es Navidad… pero en mi mesa queda una silla vacía. ( Consejos para afrontar las Navidades si estas en duelo)

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La silla vacía: cómo sobrellevar el duelo durante las fiestas de Navidad

 

Se acercan las fiestas de Navidad y para la mayoría de las personas es motivo de reencuentros familiares, alegría y mucha diversión; pero para aquellas familias que han sufrido la muerte de
un ser querido, se trata de tiempo muy difícil, de nostalgia, sufrimiento e incomprensión. La esencia de la Navidad se encuentra en la vida familiar, poder estar juntos.

Pero para aquellos en duelo todos estos momentos despiertan sentimientos de dolor por la ausencia de la persona fallecida. Más que en ningún otro momento del año, la Navidad es una contradicción para todas las personas han perdido a un ser querido ya que no se encuentra sentido a la celebración en estas fechas, siendo muchas las personas que acuden a consulta semanas antes de Navidad en busca de consejo sobre que hacer.

Si estás en duelo, es natural que te sientas triste, enfadado y abrumado y si no eres capaz de controlar tus emociones, estas entraran en conflicto con lo que se espera que hagas estas
fiestas. No puedes dejar de pensar en tu persona querida ausente. Te molestan las luces de las decoraciones, la música tradicional de las fiestas y el pensar en los regalos y las comidas. Mucho antes de que lleguen estas fechas ya empiezas a temerlas.

En consulta encontramos personas que han perdido recientemente a familiares o amigos pero también a quienes hace años que los perdieron y o bien han estado evadiendo la Navidad en años anteriores o este año quieren afrontarlas de una manera más saludable.

Para muchas personas en duelo lo habitual es  pensar que la mejor opción es suprimir las Navidades. Hay muchas familias que toman esta decisión. Ante el dolor de lo que les espera prefieren cancelar la Navidad , no organizar nada que les recuerde estas fechas y o hacer algo distinto: un viaje por ejemplo, a un sitio lejano, un lugar que no les recuerde nada de lo sucedido, donde nadie les conozca, lejos de la casa, los amigos, los rituales. Es posible que esto te haga estas fechas más ligera, pero recuerda que la pena la llevas allí donde tu vayas y que la próxima Navidad vas a tener que afrontar la misma decisión con la diferencia de que habrá pasado un año, pero el dilema será siendo el mismo: ¿cómo organizar la primera navidad sin él o ella.? Huir de la situación no la resuelve; el dolor emocional podemos posponerlo pero nunca evitarlo, siempre acaba emergiendo y con el tiempo se crece. Muchas familias que han ensayado esta opción manifiestan que el siguiente año es peor.

Otras han acabado por no organizar nunca más una fiesta de Navidad: año tras año el dolor se ha ido acumulando y cada vez es más difícil romper lo que ya se ha convertido en un hábito de
evitación.

Quizás perteneces a una familia que ha escogido otro camino que es hacer lo de siempre, en un intento de seguir la vida como si nada hubiera pasado. Para algunas familias funciona el lema “hay que hacerse el fuerte y lo mejor para sobrellevar la situación es no hablar de ello”. No mencionáis nunca a la persona ausente, e intentáis borrar o apartar todo lo que pueda suscitar un recuerdo emotivo. El dolor se esconde y se coloca la máscara de duelo, ese “hago ver que lo llevo bien” que todos se colocan en un intento de protección. Es posible que en algún momento estas defensas no funcionen y alguien se emocione y las lágrimas le humedezcan los ojos recibiendo la respuesta por parte de otros familiares y amigos de » no te pongas así», » debes de ser fuerte», como si no lo estuvieras siendo ya.  En estas familias el dolor debe vivirse en soledad. Esta manera de afrontar la Navidad, solo hace que empeorar las cosas: los sentimientos encubierto sacaban saliendo de forma distorsionada. Las personas en duelo acaban no mencionando a sus seres queridos para no preocupar a los demás, y el resto tampoco habla para no preocupar a los dolientes. Todos sufren en silencio lo que acrecenta más y más los sentimientos de inadecuación y el aislamiento; todo ello acompañado de mucha tensión fruto de los esfuerzos para mantener esos muros de silencio. Esta tensión a menudo se traduce en situaciones de agotamiento, irritabilidad, y mucha ansiedad.

Pero hay otra posibilidad que puedes plantear: construir una nueva Navidad. Nunca nada volverá a ser como antes pero tu y tu familia podéis empezar a afrontar la vida de una manera
distinta. Podéis mantener lo que os ayude en este proceso, eliminar lo que no os ayuda y crear nuevas formas de vivir estas fiestas.

¿Cómo se hace esto?

Te voy a dar  unas sugerencias fruto del  trabajos con familias que como tu, han perdido a un ser querido.

* Haz una reunión familiar antes de que lleguen las fechas. Convoca a toda la familia a una reunión abierta para hablar de las fiestas. Es importante que participen los mayores, los niños y adolescentes también, y los amigos significativos si los hay.  Hablad de vuestras emociones, vuestras necesidades e inquietudes, vuestros temores. Hablad de lo que cada uno necesita estos
días, las distintas opciones y los deseos: ¿queréis hacer cosas como siempre? ¿Qué cosas deseáis? ¿Cuáles afrontáis con temor? El simple hecho de realizar este encuentro ya supondrá un
gran cambio en la manera de comunicaros en la familia: estás diciendo que os necesitáis mutuamente, que habéis vivido una experiencia muy traumática, pero queréis compartirla en
familia y que la expresión de vuestros sentimientos estos días es esencial, os vais a dar permiso y no vais a dejar que se instalen entre vosotros muros de silencio.
* Repasad lo rituales habituales de vuestra familia: el árbol de Navidad, el pesebre, las comidas, los regalos, los Reyes, la fiesta de fin de año. Dejad que cada uno exprese su sentir
respecto a cada uno de ellos. Habrá algún miembro de la familia que manifestará su deseo de no hacer nada; otros, como los niños y adolescentes por ejemplo, expresaran su necesidad de
celebrar a pesar de lo sucedido. Escucharos mutuamente y pactad lo que podéis o no hacer y compartir.
* Buscad una manera simbólica de recordar a la persona fallecida a lo largo de las fiestas: Cread una manera, o un espacio o un tiempo específico para rememorar . Haced que todo el mundo que lo desee participe de este espacio. Marcad los momentos de recordar de forma clara, eso ayudará a que el resto del tiempo pueda vivirse con menos dolor. Quizás un tiempo adecuado puede ser antes de empezar la comida, o antes de abrir los regalos, o en algún momento ante el pesebre. Un simple momento de pararse, recordar cuanto nos hubiera gustado que nuestra persona querida estuviera con nosotros y celebrar y honorar su vida y su muerte. Quizás compartir lo que le hacia tan especial. Y si alguien se desborda emocionalmente, simplemente darle la mano o ofrecerle un hombro afectuoso y no permitir ni que se aísle, ni que pare el llanto o la emoción que le embarga.
* Hablad de las cosas que haréis con los niños y adolescentes, tenedlos en cuenta: Incorporar a los pequeños en
todos los rituales de recuerdo. No podéis pasar las fiestas haciendo ver que nada ha sucedido , que la persona ausente no ha existido nunca o está de viaje . Cuando un niño o adolescente afronta una situación de crisis en la vida, lo primero que hace es mirar a los ojos del adulto que le acompaña.. Si ve miedo, entonces responderá con miedo. Pero si el niño tiene la fortuna de estar
rodeado de adultos que sienten su dolor y lo expresan sin temor, entonces reaccionará de la misma manera, y estaremos educando a niños fuertes para la vida. Lo que intranquiliza al niño
no es nuestro miedo a la muerte, sino nuestro miedo a hablar de ella.. Un niño no teme a la muerte si los adultos que le rodean no temen sus preguntas ni esconden sus sentimientos.
* Atended a los deseos reales de cada uno de manera personal y abriros a la comunicación familiar: En las sesiones de terapia es muy habitual que ante la pregunta ¿ que es lo que quieras hacer en Navidad? aparezca una respuesta social, aquella que culturalmente creemos que es lo que debemos contestar. Por eso es muy importante re-preguntarse y escuchar nuestro interior, lo que realmente sentimos que queremos hacer y no lo que se espera que hagamos.